CONFIDENCIASComo a mi edad no es aconsejable realizar esfuerzos físicos que sobrepasen unos límite bastante modestos, cuando practico una de mis aficiones favoritas que consiste en realizar excursiones a campo través, suelo ir caminando despacio, tranquilamente e intercalando los oportunos descansos. Es por ello, que mis excursiones resultan excesivamente lentas, lo que a mi forma de ver no les resta interés sino todo lo contrario; se podría decir que lo que han perdido en velocidad, en comparación con las que realizaba cuando era más joven, lo han ganado en provecho espiritual. Como camino lentamente puedo recrearme contemplando y analizando atentamente y con mayor profundidad la infinidad de maravillas que a cada paso me va ofreciendo la Naturaleza.
La verdad es que cada vez estoy más convencido de que con la edad, aunque no se puede negar que evidentemente se van perdiendo ciertas capacidades, sobre todo de tipo físico, también se van desarrollando ciertas aptitudes importantes, que anteriormente, aunque dispusiésemos de las mismas, no las valorábamos ni las usábamos debidamente. Así, por ejemplo,se perfecciona la capacidad para observar las cosas con mayor detenimiento y de esta manera existen más posibilidades de profundizar en la esencia de las mismas. Las personas mayores solemos estar especialmente facultados y predispuestos para captar y sentirnos arrobados ante la belleza tanto explícita como intrínseca de las cosas, sean éstas plantas, seres vivos, paisajes, fenómenos naturales, tanto las de gran tamaño y manifestación, como de las aparentemente insignificantes. A veces, yo mismo, me sorprendo ensimismado contemplando con arrobo una pequeña y aparentemente insignificante florecilla silvestre. Las personas mayores solemos releer con más detenimiento todo cuanto antes dábamos por conocido y descubrimos cómo nos habían pasado desapercibidos aspectos interesantes e incluso fundamentales del maravilloso mundo de las pequeñas cosas que nos rodean y que cotidianamente se ofrece a nuestros sentidos. En realidad vivimos realizando una continua revalorización del mundo que nos rodea.
El que las personas mayores sientan cierta predilección por la soledad, a mi parecer, goza de una buena explicación. Es como si un tanto hastiados de la vida social y de sus desengaños, buscásemos la verdad incontrovertible quedándose a solas y en íntimo contacto con la madre Naturaleza, y para ello nada mejor que sumergirse en soledad marchando a través de paisajes silvestres de este mundo donde el Creador tuvo a bien situarnos al principio de los tiempos. Además, estas solitarias excursiones que emprendemos los mayores, siempre van acompañadas y animadas por un impulso espiritual en el cual figuran las añoranzas de tiempos pasados, el recuerdo emocionado de aquellas remotas vivencias que merecieron quedar grabadas en nuestra memoria. Es por ello que este caminar parsimonioso y ensimismado nos resulta siempre entretenido y sumamente placentero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario